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6 ene 2014

Golpes y ruido

Una figura juvenil camina por los caminos de pastoreo; en las tierras de más allá del mar, donde el nuevo rey de Silh, bajo el blasón del león ha conseguido paz para todos. Le siguen unas ovejas, le reconocen como su cuidadora. Al pasar por un árbol se detiene a descansar. No es más que una niña, que agita fuertemente su vara a modo de espada; lucha y pelea contra enemigos imaginarios. De pronto su vista se fija en una sombra en la copa del árbol, entonces tira su vara y de su cinto desenvaina una daga curtida en sangre.

"¿No es ésa la daga que te regalé?" - dice la voz que ilumina la tez de la niña. Reconoce a su hermano, así le llama aunque no tengan lazos de sangre - "Toda una princesa de Silh y pastoreas como cuando yo vivía en tu casa del camino del rey" - una sonrisa de complicidad, ella prefiere ser tosca y fuerte, en vez de recatada como le trata de enseñar su hermana mayor.

Io observa con admiración al que entonces era llamado "el silencioso" porque no era capaz de recordar otro nombre. Juntos llegan hasta el castillo, el nuevo hogar de la familia en la capital. Un abrazo de verdadera ternura es el saludo de la familia del León hacia el Cazador de Demonios, su hijo adoptivo. "Su familia... de más allá del mar"

"La tierra donde nací es extraña aun para mi, celebran la alegría golpeando sus manos o sus pies. Es la manera en la que las niñas bailan desde pequeñas, o los niños se hacen fuertes para el futuro" - comenta en la intimidad de una chimenea - "Aun cuando celebran y comen las 12 uvas para comenzar la nueva temporada golpean aun más fuerte. Muchos nos ven como bárbaros, gente sin cultura... nada más incorrecto. Es la manera en que las montañas del norte, se rebelan ante y todo proclaman con ese estruendo su propia libertad."

Una taza de café. Porcelana y cubiertos de Reyes. Contrastan con la sencillez de todos ellos. Pero los usan para agradecer el regalo de quien lo hizo.

Todos entienden que él ha viajado para no ser parte de la fiesta, porque no siente pertenencia verdadera, no siente el mismo sentir de sus padres o de su hermana. Y para evitar esas ofensas, prefiere viajar tan lejos como el día pueda ser de largo. Con él viaja un halo de melancolía e inocencia, un soplo de pensamientos que no dirá en voz alta.

(Circo de mariposas V)



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