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25 sept 2013

Circo de Mariposas


Avanza la tarde en la verde Tierra de Immert. Un jinete encabeza la marcha, le sigue un batallón de soldados a modo de protección. Visten el blasón de Sefar, el reino de la Guerra. Al pasar la colina todos rinden su cabeza ante una tumba con el más sagrado respeto que son capaces. Un suave toque con los talones y el caballo pasa al trote para aligerar el ritmo y que todos puedan respetar el lugar por el que cruzan. Llegan en seguida a su destino, los soldados desmontando, dejando pastar y descansar a sus caballos.

De la granja sale un niño, casi hombre, que no duda en abrazar a Julius, rey guerrero de Sefar; su madre sale tras él y sonríe para saludarlo de igual manera. Una simple mirada y le indica a dónde debe ir para encontrarse con su esposo, el granjero. Un par de leguas más allá trabaja la tierra con apeos de labranza. Se vuelve justo para ver cómo el rey se arrodilla ante él y se apresura para levantarlo, no se siente digno de tal honor. Tras un abrazo de verdadero afecto, Marcus, el general de Immert pregunta lo evidente:

"¿Cómo está?" y la respuesta que le deja estupefacto es "Calmado"

Los ojos del granjero se abren como platos inquiriendo por más información.

"Sigue siendo él mismo, pero está aprendiendo a vivir con su ira, a tenerla controlada, a vivir entre humanos" - Julius toma una pausa, Marcus necesita asimilarlo - "Quiere evolucionar, quiere dejar de ser una oruga para ser al fin una mariposa; se relaciona y mueve entre guerreros inferiores a él, para aprender de ellos... y enseñarles en la medida de lo posible..."

"¿No le han reconocido? Pero..."

"... esconde su espada, así no reconocerán los dos colores como símbolo del cazador de demonios; Saben que él es más de lo que dice ser, pero ni se lo imaginan, no se hacen a la idea... fanfarronean con él y le tratan como a un igual; como a un inexperto en el uso de las armas. Pero..."

Una eterna pausa en el rey

"¿Pero qué? ¿qué pasa Julius?"

"Pero no olvida el dolor sufrido, ni el rencor por los humanos. Disimula, pero no me engañan sus ojos; su mente aun está en aquel foso de piedra convirtiéndole en un monstruo. Casi podría ver en sus ojos el rostro de quien le traicionó. O de aquella herrera que te forjó de nuevo la espada... incluso de aquella a quién llamo musa..."

"Entiendo..." - con un notable enfado - "¡Está condenado a morir sin alcanzar la paz! ¡Malditos sean los dioses que le condenaron a existir sin libertad"

La conversación acaba aquí... ambos se suman en un silencio que durará hasta la cena al regresar a casa. Se preocupan por un amigo que quiere se mejor, que lucha contra su sino... y el universo no le permite salir de su destino ya escrito para él. Sin embargo, el mensaje llevaba esperanza... alegría, porque el cazador no será vencido tan fácilmente, luchará mientras tenga fuerzas para hacerlo.

(Circo de Mariposas I)




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