Hoy nací, hace ya 31 primaveras. Poseo recuerdos de mil vidas anteriores de esta alma que no es mía, tengo el recuerdo de millones de batallas... en mis manos puedo sentir la sangre y la agonía de aquellos que cayeron bajo la espada de dos colores o de la anterior a ésta. Sin embargo también recuerdo los buenos momentos, el aprendizaje...
Recuerdo la canción de cuna de mi madre, los primeros pasos de mi hermana, las peleas entre hermanos que siempre ganaba yo. Recordaré siempre haber sido sorprendido entre amigos para celebrar este cumpleaños mío. El universo ha susurrado discretamente que hay corazones que desean reencontrarse conmigo; lástima no poseer un corazón, lástima que hecho polvo volase con el viento y no pueda recomponerlo. Esos susurros, me han hecho sonreír junto a mi hermana y mis padres, ellos han querido estar ahí, aun a pesar de recordar aquella herida en mi costado que tanto me alejó de ellos.
Y por encima de todo, recuerdo ese olor intenso a vainilla, capaz de volverme loco, de nublar mis sentidos y de obcecar mi mente. Mientras pasabas junto a mi, mientras me sonreías discretamente y yo no era capaz de ver esos enormes ojos del color del almendro... porque tu olor me obcecaba... ¿Sabes? Quizá solo fue breve, quizá solo fue un cruce casual, pero a ti, invocadora del mar, no te olvidaré jamás. A pesar de esos tres corazones que posees... invocadora, mi recuerdo es tu olor con tu sonrisa, el tacto de tu abrazo... mi recuerdo: serás tú.
(El legado del Guerrero XXXV)
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