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7 sept 2012

Nada hay más pequeño que el polvo

No reconozco los latidos de mi corazón.

No son más que un sonido sin significado alguno... son el recuerdo de lo que nunca sucedió. Nunca nos verán de la mano caminar por la capital de Silh, no veré un retrato de ambos sobre la chimenea de mi casa; jamás posaremos juntos para un cuadro. Jamás se recordará que una vez quise estar contigo. Nadie sabrá que por ti bebí los vientos y quise abandonar la caza.

Sólo es un músculo, cuya misión es mantenerme con vida. Preservar esta alma que no es mía, y a la que no puedo negar pertenecer. Ojalá mi sangre supiese viajar sola, sin esta pesada carga que tengo por corazón.

Ojalá, hijo mío... ojalá deje de pesarme tanto... un corazón hecho polvo.

(El legado del guerrero XXVII)


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