Odio a quien quiero, es tan real como... ¿irónico?. Mis emociones, mis sentimientos, son míos. Nadie tiene culpa de ellos. Nadie debería sufrir sus consecuencias. Todos deberíamos ser capaces de poner límites, barreras... para no sufrir ni que sufran. No se debería jugar con las emociones de nadie.
Me doy cuenta, una vez más, que he cambiado. Mi sangre se ha vuelto salvaje. Mis ojos han recuperado la mirada del cazador. Mis músculos reconocen el peso de mi espada. Las manos su tacto. El mundo reconoce mi fuerza, mi poder.
He corrido bajo las estrellas persiguiendo bestias. He dormido bajo la alumbre de la vía láctea. He visto las lágrimas de los dioses caer en la noche con las perseidas. He sido acechado, perseguido, esquivado... incluso puesto a prueba por quienes menos esperaría. Al fin he recuperado una magia que creía perdida.
Incluso he llorado, por quién pensé que no lloraría.
He recordado a quien nunca imaginé recordar.
Hablo de emociones como si fuese quien más sabe de ellas. He cambiado, una vez más... ¿hasta cuándo? ¿cuándo será la última vez?
(El legado del guerrero XXIV)
http://sendaguerrero.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario