Maldigo el día que empecé a entenderlo. Maldito el momento que quise sentir.
Me avergüenzo, ¡si! estoy furioso... nunca he agachado mi cabeza, jamás eludí la mirada de nadie. Y ahora lo hago. Soporto el dolor en el pecho, controlo mi respiración, apenas se contienen mis lágrimas. Mis ojos delatan lo que siento... y no puedo soportar que me diga que no le mire así. ¡Diablos! ¡¿Cómo demonios se puede soportar todo?!
Hijo mío, perdóname... la poca lucidez que me quedaba la estoy perdiendo... y apenas sé lo que digo. Ojalá fuese capaz de olvidarlo todo, volver a no sentir nada... ojalá fuese capaz de ignorar los latidos de mi corazón. Ojalá dejase de desear lo que mis ojos delatan.
(El legado del guerrero XXI)
http://sendaguerrero.blogspot.com/
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