
He vuelto, hijo mío, a caminar por los páramos del infierno. Yo sé caminar entre los círculos y allí llegué en busca de la paz que antaño me daba aquel lugar. Viajé incluso más allá; lugares que no conocía. Recordé a los demonios de más allá del lago de fuego.
Encontré calma, sosiego... pero no paz para mi alma. Ya no tengo que sobrevivir; ahora no odio, no tengo siquiera capacidad para odiar. Deambulé sin el guardián; no es tiempo de guerra, prefiero dejarlo libre, disfrutando. No hay necesidad de guardarme. Estoy inundado en tristeza, soy un recipiente vacío.
Mi corazón se encoge a cada paso, mi dolor es inmenso. Mis recuerdos... infinitos.
Quizá yo sea un tonto, un... humano, al fin y al cabo. No puedo ni quiero evitar lo que siento pero...
¡Ojalá fuese capaz de volver a odiar! Es más fácil así...
Prepararé un paseo más... al menos uno, iré una vez más a la grieta. Invocaré allí mismo la ruptura entre realidades; buscaré lo que antaño tenía. Seré lo que todos temen.
(El legado del guerrero XIX)
http://sendaguerrero.blogspot.com/
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