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24 nov 2011

Sonreir

Ahí está, sonriente, sentado con las piernas cruzadas. Acaricia con su mano derecha la cabeza de su más fiel compañero. Doblegado ante las cosquillas que su amo le hace en la cabeza. El cazador observa sentado sobre una roca un desolador paraje infernal. El olor a azufre. El árido viento devastando el paisaje a cada segundo. Almas en pena augurando su final en un último lamento. Demonios sobre ríos de lava. Todos parecen ignorar la presencia del cazador. Ante ellos, es uno más, una bestia salvaje como otra cualquiera.

Se oye un susurro, lejano, una voz. Alguien le llama. Sigue absorto. Sonríe observando el paisaje. Acariciando a su guardián cuan cachorro en manos de una madre.

Una mano en su hombro le hace girar la cabeza, desaparece todo. Despierta del trance. Su realidad vuelve a ser la capital de Silh. Sigue sonriente, acariciando al panda junto a él.

"Cazador" - dice el rey guerrero, Julius de Sefar - "Nos han cortado el paso, no podremos llegar al mar..."

"Acaba de llegar un mensajero" - interrumpe Marcus de la verde tierra llamada Immert - "El ejército de Silh se está movilizando y viene a sitiar la capital" - una pausa para respirar, está ahogado - "Es un ejército acorazado, caballos con armadura, nosotros no somos suficientes..."

El silencio se hace entre los tres cuando el cazador se levanta y sonríe con más sarcasmo aun.

"Cálmate general, todo saldrá bien. Ya he sufrido el infierno, peor que aquello no puede ser"

(La conquista 2)
(Para quienes me tocan a mi el hombro y me hacen sonreír, aun sin saber qué pasó)







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