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14 nov 2011

Resurgir

El universo tiene miedo.

El día se convierte en noche sobre la arena de Silh, el reino sin rey. Las nubes se abalanzan unas sobre otras, chocan entre sí con rayos y truenos. La oscuridad se cierne sobre las almas humanas que allí moran. La voluntad de aquel que vigila la frontera entre realidades ha decidido protestar. El alma más poderosa llora con su hermana en brazos, malherida. Casi moribunda. El cazador llora como un humano. Cráteres dejados por rayos, fuego que llueve del cielo. La ira del cazador se está desatando como nunca. Deja el cuidado de su hermana a las dos personas en quien más confía sobre la tierra: el Rey Guerrero de Sefar y el General de la verde tierra de Immert.

El universo se estremece ante el poder que se va a canalizar a través de un cuerpo humano.

Los ojos del cazador recobran la ira y la rabia olvidados. Su espada está lejos, pero tomará una cualquiera, no necesitará más. Una mirada y el demonio que le hizo despertar desaparece en la nada. En labios del cazador aparece una sonrisa cruel; dentro de él se liberan todas las restricciones que normalmente le contienen a la hora de luchar. Aprieta el puño de su espada y cruje. Comienza una carnicería. Venganza por una familia en el camino del puerto, atacados para atraparle. El recuerdo de una pequeña niña de 10 años escondida tras la falda de su madre, asustada. El sonido de los golpes hacia su hermana mayor, sin quejarse, recia, sin doblegarse. El dolor hacia el mercader cuyo corazón le hace merecedor de lo que no sabe que le pertenece por nacimiento. Ríos de sangre sobre la arena de Silh.

El universo sigue temblando de miedo. Teme la ira del cazador de demonios. ¿Por qué han atacado a quienes él ama?

Para el final, el general de Silh. Le mira a los ojos con desprecio:

"Me has dado caza a mi, has atacado a quienes vinieron a buscarme desde el otro lado del mar. Asustaste al pueblo que me dio cobijo. Viste esconderse a Io tras la falda de su madre. Golpeaste a Rito aun más fuerte por no doblegarse ante ti. Has disfrutado con el lamento de su padre. ¿Y sabes lo peor? Has torturado a mi hermana, le has hecho ver cómo moría yo delante de sus ojos. Le has obligado a defender mi cadáver casi hasta morir. No era suficiente con vencerle, necesitabas rendir su voluntad" - toma una pausa. Mira a su alrededor con odio. Nadie sería capaz de acercarse.

Alza su espada y empieza a tensar su brazo para descargar su rabia de un solo golpe cuando la calidez de una mano le para. Otra hace lo mismo, y así muchas.

Un mensaje muy claro: "Basta ya de muertes por hoy, cazador"

(Crónica del cazador de demonios, cuando resurgió)





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