Levanta el día sobre la capital de Silh. Hace una semana que una tormenta arrasó todo lo que no estaba anclado al suelo. La ira del cazador, al despertar. Tronó como si de una pesadilla escapase. Pero despertó en medio de la batalla y hubo de empuñar la espada una vez más.
Un campamento improvisado, atienden heridos. Entierran a los muertos. Alimentan a los hambrientos. Recomponen fuerzas para el regreso por mar. Sobretodo, aguardan las órdenes del cazador. Les ha convocado lejos de los heridos, forman un enorme círculo a su alrededor. Van todos armados con escudos y grandes lanzas.
"Voy a traer al mayor demonio que hayáis visto" - dice bien fuerte para que le oigan. Dice en un tono calmado, pero serio - "Irá a por mi. Desea devorarme. No dudéis ni un momento en defenderos. Si intenta huir, no le permitáis hacerlo... General... necesito tu espada"
Apenas reconocen a la persona que les habla. Intenta tranquilizarles. El general Marcus sin siquiera pensarlo desenvaina y presta su espada. Una espada forjada por un descendiente del sol tiene el poder suficiente. El cazador se concentra. Alza los brazos al cielo y éste le responde con nubes y truenos. Una figura se abre paso para llegar a primera línea del círculo, su hermana llega a duras penas para ver comenzar la invocación.
"Devuélvemelo..." - susurra.
Clava la espada en la tierra como si fuera grasa de cerdo con mucha violencia. Su rabia sale a relucir. Los dientes del cazador se aprietan furiosos. Con ambas manos gira el puño de la espada y cruje la tierra en forma de zig zag. Se abre la herida y con ella un rugido infernal.
"Devuélvemelo..." - habla claramente.
El olor a azufre es muy intenso. Con él viene un rio de lava. Por el que surge el demonio que esperaban, aquel que pretendía devorar al cazador, el que le daba caza aun cuando no recordaba quién era. El que dañó a su hermana. El que hizo retroceder al ejército de Silh.
"Devuélvemelo..." - dice más fuerte mientras se lanza a a atacarlo. La bestia se defiende y el cazador lo esquiva. Luchan sin armas. Puño contra garras y colmillos. Algún arañazo, más de una dentellada furtiva. Empieza a correr la sangre de ambos. ¿Por qué no lo mata sin más? ¿Por qué no usa una espada? Todos están asustados de ver tanta ira entre ambos. Tanto poder igualado. Su hermana empieza a entenderlo, sonríe, aunque teme por la vida del cazador.
"Devuélvemelo..." - aprieta los dientes mientras sigue golpeando.
"Devuélvemelo..." - furioso cada vez más. ¿Qué tiene que devolverle? Esta lucha parece no acabar. Nunca han visto al cazador tan furioso, y sin embargo tan cansado.
Un golpe a su estómago, retrocede dolorido. el demonio también necesita recuperar fuerzas. Ambos se miran a los ojos, enemigos eternos son. "¿Qué haces ahí parado cazador?" - grita la voz de su hermana - "¿Ya te has dado por vencido?" - Ésta es la forma en que los hermanos se dan ánimos.
"Devuélvemelo..." - grita aun más fuerte. Las fuerzas le vuelven.
"Devuélvemelo..." - una vez más.
"¡¡¡Devuélvemelo!!!" - grita desesperado y enfurecido a más no poder. Corre hacia su enemigo, se agacha para esquivar una zarpa, salta para la otra y descarga toda la ira con su puño sobre la cabeza de la bestia - "¡Devuélveme a mi guardián!" - un golpe hueco, profundo.
La piel del demonio se resquebraja con el golpe. Una luz cegadora bajo la piel. Cae la mole sobre el suelo y su piel entera se deshace en polvo contra el suelo. Aunque la tierra sigue rota, ya no huele a azufre. La lava retrocede. El guardián del cazador yace sobre el suelo, derrotado ante su amo. Un enorme oso panda de peluche.
Aun temerosos de la fiera que ante ellos descansa. Atónitos, solo ella viene junto a su hermano, acariciando la enorme cabeza de su guardián. Su mejor amigo.
Casi está la familia reunida al completo.
(Crónica del cazador de demonios, cuando recuperó al guardián)
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