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2 oct 2011

Yunque y martillo

El bullicio del mercado de Silh. Pescado, carne, frutas, grano... se vende de todo, se compra de todo. De pronto un golpe metálico... se espantan las aves y alzan el vuelo... la vida del mercado se paraliza. Otro estruendo igual de fuerte. Otro más. Todos miran a un lado y a otro. Metal contra metal, suena con fuerza. Nadie sabe de dónde viene.

La pequeña Io corre hasta el puesto donde está trabajando Rito - "¡Hermana, tienes que venir a ver esto!" - le dice a su hermana con mucho asombro. Y ambas emprenden una carrera. Se acercan cada vez más al origen de los golpes, cada vez se sienten más fuertes. Una muchedumbre de gente en torno a un comercio al que no pueden llegar.

"El herrero nos vió pasar y le pidió ayuda" - dice Io mientras buscan la forma de entrar

"Unos brazos jóvenes, le dijo..." - añade un vecino - "Empezó a golpear el yunque con miedo... hasta que el viejo le dijo que lo hiciera con fuerza..." - no lo entiende, se nota en sus pausas - "Desde entonces no ha dejado de golpear el metal con el martillo"

"¡Dejadnos pasar!" - grita Rito indignada porque no entiende lo que pasa. Rápidamente le hacen un pasillo por el que pasa con su hermana Io.

Al final, tras la entrada de la herrería... todos mantienen la distancia ante quien consideran ya un hermano más en casa de Io y Rito. Se había quitado la camisa para trabajar mejor. Todos observan las múltiples marcas de guerra de su cuerpo. Sus ojos se pierden entre el tintineo del yunque y el martillo. Su pensamiento está ausente. Todos descubren una inusual fuerza en esos brazos. Es incansable. Solo Rito, se hace consciente de un detalle insignificante:

Él está llorando en silencio.

(8º cuento del renacer, la cicatriz 2ª parte)









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