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6 oct 2011

El terror

Noche cerrada en el reino de Silh, la tierra sin señor. Prosperando por las buenas cosechas. Buen ganado alimentado. Grande el mercado donde enriquecer el reino que antes era pobre. La luna llena es la compañía de las alimañas en la noche. Y una figura camina muy despacio, girándose cada poco por si le siguen. Atemorizado, nervioso cada vez más. Sigue sintiéndose perseguido a pesar del tiempo que ya lleva en este reino.



Él camina. Sigue una llamada que no entiende pero que oye en su cabeza. Ante él una débil hoguera que rodean unos seres de místico aspecto. Elfos, viajeros del mundo, vigilantes desde la primera luz del sol; inmortales al paso del tiempo. Hablan su propia lengua hasta que descubren que el recién llegado no les entiende. Una de ellos se levanta y tomándole de la mano le invita a sentarse.

"Mi nombre es Sevein, aunque deberías conocerlo" - le dice en el idioma humano. Observa la sangre con la se ha manchado al cogerle de la mano. Contacto que le alteró aun más el temple a él. Suda. - "Olvidaste el placer de la espada, y tus manos tampoco recuerdan empuñar un arma"

Los ojos del silencioso muestran que no sabe de qué le hablan. Una mezcla sutil entre indiferencia y curiosidad. Todos le sonríen amablemente para tranquilizarle. No sirve de nada. Demasiada información para procesar. Le ayudan a vendar sus manos, exhaustas de una jornada de martillo y yunque. Su mente había viajado aunque él no fuese consciente. Su cuerpo se quedó a sufrir.

"Te conocí cuando sufrías ante la cicatriz de tu costado... cuando entendías el paso del tiempo igual a nosotros. Me hablaste de lo que hay más allá de la grieta; de por qué entraste. De cargar con la muerte de quienes enloquecieron ante tu sed de sangre" - es necesario decírselo; eso creen, aunque no lo entienda - "Oímos la historia del foso y los perros. Preguntamos y nos hablaron de una herrera que decidió abandonarte" - toma una larga pausa mientras le mira a los ojos.

Él no lo entiende; no es capaz de mantener la mirada. Sigue sintiendo una presencia que le persigue. Atrás mira constantemente, hacia la oscuridad. Está sentado. Le tratan con respeto. Le hablan como si le conocieran. Él no es quien ellos creen. Pero no sabe cómo decírselo. Tiene aún más miedo. Quiere salir de allí y no sabe cómo.

"Ese olor... el azufre del infierno. No podrás evadirlo nunca. Tú has caminado entre fumarolas sulfúreas. Tú has devastado legiones de demonios. ¿No lo recuerdas? Aprendiste a contener la rabia ante los humanos. Rompías toda atadura moral para luchar contra monstruos. Disfrutabas con ese placer; te gustaba la sangre. Ese es tu trabajo"

Su cabeza colapsa y se desmaya. Cae al suelo ante los atónitos ojos de los elfos. Justo en ese momento se hace hasta cierto punto visible a poca distancia de ellos una furiosa sombra enorme. Es una ruptura entre realidades. Pequeña pero lo es. La bestia pretende salir por la fuerza. Ruge furiosa. Desprende un poder que nadie sería capaz de igualar. Pero los elfos no destacan por su miedo. Le atacan con arcos y flechas; le obligan a retroceder. Usan la magia de sus arcos. Empiezan a entender por qué él tiene tanto miedo. Se siente perseguido constantemente; no es capaz de verlo. Aunque puede sentirlo. Y sin embargo es él quien le mantiene al otro lado.

Ha pasado, han podido hacerle retroceder. Una tierna mano acaricia la cabeza que reposa en el suelo. Llorarían si no controlasen sus emociones. Ella le dice cariñosamente:

"¿Por qué no podemos hacer nada por ti, Cazador?"

(9º cuento del renacer, el terror)
(Nieves, esto va para ti)






http://sendaguerrero.blogspot.com/

1 comentario:

Nieves dijo...

Me encanta... :_) Gracias, precioso! :***