Un grupo de forasteros observa cómo el mercado se abre un día más. No parecen interesados en comprar, solo en observar. Aguardan que abra el puesto más próspero. El de Rito, el que vende el mejor grano y las mejores mazorcas. Nadie sabe por qué... pero sus tierras son especialmente fértiles. Finalmente ella viene, aun con sus ganancias se mantiene humilde, sonríe a todos, saluda con cortesía. Comienza a abrir el puesto... levanta el toldo y limpia un poco. Tras ella vienen dos figuras que tiran de un carro pequeño, cargado de verduras y grano para moler. Son la hermana de Rito, Io, y el joven silencioso que vive con la familia.
Uno de los forasteros abre los ojos como platos al ver a la débil criatura que tira del carro. Sonríe sin cesar, a pesar de las burlas de la gente, que incluso algún empujón le dan hasta llegar. Coloca mansamente cada cosa en su sitio, ayuda a montar el puesto. Comienza el comercio. Una órden clara y silenciosa. Todos, menos uno marchan, vigilará para confirmar lo que sospecha, no le quitará ojo. Su indumentaria muestra lo evidente, que no es de allí. Una espada curva, un sombrero para protegerse del sol del mar... un abrigo largo para evitar el frío durante la tempestad. El capitán Terlo se encargará personalmente de ello. Una patada en la espinilla le despierta del ensimismamiento. Io, con 10 años se encara ante él.
"¿Qué haces que no dejas de mirarnos? ¡Pirataaaaa... eres un pirata!" - la voz de la niña muestra enfado. La sonrisa de Terlo es evidente. Una simple niña le ha descubierto.
"Ja, ja, ja... vaya... eres lista pequeña" - responde mientras intenta acariciar la cabeza como señal amistosa. Ella reacciona rápido, le da un golpe en la mano y saca una daga pequeña de su cinto.
"¡No soy pequeña, soy una fiera guerreraaaaaa!" - responde cargada de enfado
"Io, deja de molestar a la gente o tendré que castigarte" - suena la voz de Rito desde el puesto, sin apenas mostrar atención a quién habla con su hermana pequeña
"Tienes suerte pirata..." - dice la pequeña mientras se va resignada para ayudar en las ventas.
La atención vuelve a recaer en el muchacho que parece asustado. Siempre mira atrás, como si alguien le persiguiera. Es débil, una sombra más que una persona. Terlo no deja de mirarle, aunque esta vez procurará pasar desapercibido. Ve la fuerza y el carácter de Rito, le ordena traer cosas y él lo hace sin rechistar. Contrasta mucho, incluso la pequeña Io es un torbellino de energía. Sin embargo, a pesar de eso, a pesar de ese miedo. Él parece sentirse en familia, sentirse extrañamente en paz. Sin preocupaciones de ningún tipo.
Es demasiado familiar para resultar coincidencia. Terlo no puede parar su asombro. Se parece demasiado, pero solo le vió una vez, de lejos, desde la cubierta de su barco, durante una batalla. Es pronto, le vigilará unos días.
Deberá ser sigiloso, deberá cumplir con su misión.
(Cuarto cuento de renacer, la sospecha)
(Dedicado a dos personas que son especiales, Io y Rito)
http://sendaguerrero.blogspot.com/
(Dedicado a dos personas que son especiales, Io y Rito)
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