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29 jul 2011

¡A la Guerra!



El albor de la mañana en Sefar es acompañado por una canción. Llama a formación militar. Reclama que en breve la columna partirá. Mujeres, hijos, padres y madres... todos van a despedir a quienes marchan. Los más jóvenes lucen la armadura de sus padres. Los que ya no pueden luchar se saludan y recuerdan su juventud juntos. Indican a sus hijos que cuiden de los hijos de los demás; que se protejan entre sí.

No es Esparta, es el Reino de la Guerra. No hay opción a huir de miedo. Algún comentario recuerda a "con esto o sobre esto". Pero no, no hay tiempo de pensar en la derrota. El mejor ejército de las tierras libres es el de Sefar. Irán hacia la grieta... donde se unirán al ejército de Inmert, cuyo rey ya es viejo.

Julius, el Rey Guerrero, destaca por su juventud. Su actitud le devuelve a cuando era aun más joven. Cuando su espada era una prolongación de su rabia. Alza el puño por encima de la cabeza... enmudece un reino entero. Resuena su voz como traía por un demonio: "¡A la guerra!"

"¡A la guerra mi rey!" - responde todo el ejército al unísono. Comienzan a marchar.



Un leve golpe de espuelas para que el caballo empiece. Se mueven elegantemente hacia la puerta que conduce fuera de la fortaleza. Fieles vasallos inclinan su cabeza como respeto a su paso. Él, hace lo posible por mantenerse íntegro, quiere honrar la memoria de sus ancestros. La costumbre es que el rey guerrero se muestre impasible hasta que salga del reino. Pero justo a la salida, bajo la sombra de la muralla le observan unos grandes ojos verdes con una sonrisa. Julius inclina su cabeza y sonríe como pleitesía hacia quien le mira. Sin palabras, esa es su forma de despedirse.

Tres figuras semi ocultas aguardan la columna que encabeza el rey bajo un árbol a dos kilómetros de Sefar. Se detine la marcha y la guarda personal de Julius les rodea. "¿Quién osa interrumpir al rey Guerrero?" - dicen apuntándoles con lanzas desde sus caballos.

"Por llegar a mi encuentro, os doy las gracias. Permitiré que me acompañéis hasta mi destino" - responde educado y seco uno de ellos. Palabras que alteran a los soldados.

"Guerreros de Sefar..." - interrumpe Julius y alza la voz para ser oído en todo el ejército - "Mostrad el respeto que merece el Cazador de Demonios"






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