Sigo sin ver lo salvaje de la naturaleza.
Mi espada rebanaría la cabeza de este demonio. Es el impulso que tengo que reprimir. Aunque sea del infierno, le debo honrar con la vida. Los suyos me cobijaron cuando estuve en la grieta. Allí aprendí a aceptar lo que soy. Y ahora que lo acepto, no encuentro la paz que necesito. ¿Debo entrar en la grieta una vez más? ¿Debo cerrarla para siempre?
¿Qué debo hacer?
(41ª crónica del Cazademonios, cuando andaba perdido)
http://sendaguerrero.blogspot.com/
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