Un rugido paraliza este letal golpe por la retaguardia. Un masa de pelos con dientes y garras le arranca la mano. Los otros bandidos no correrán tanta suerte. Ven venir de frente a un demonio con forma humana. Reconocen los colores de su espada, brillando entre los retales de luna que se adentran por los árboles del bosque. Los heridos recogerán a los que no puedan huir por sus propios medios. El resultado: una masacre.
"Vuelven a cruzarse nuestros caminos" - dice la la mujer mientras buscan otro cobijo para alejarse del lugar. Lo hacen rápido. Es tarde, cualquiera estaría cansado. - "Esos ojos no han cambiado... ¿no ibas caminando en línea recta amigo mío?"
"¿Y tú no pensabas encontrar un lugar más seguro para pasar la noche?" - responde él. Nadie hubo allí para atestiguar el tono casi de sorna de esa pregunta. El cazador, respondió como jamás lo hizo a nadie.
"Entonces no me habría vuelto a cruzar contigo. Y viendo cómo me defiendes... no te perderé de vista... ja ja ja ja.."
Una nueva amistad fue forjada. El cazador. La viajera. Ambos compartirían una noche más de charla y paz. Momentos en los que ambos se sentirían como iguales.
¿Un igual al cazador? Solo el tiempo tiene la respuesta.
(40ª crónica del Cazademonios, sobre la humanidad de su alma)
http://sendaguerrero.blogspot.com/
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