Dejadle

Observadle, humanos. Pedís que no luche por miedo; y más miedo tenéis cuando no os salva. Rogáis por la salvación, clamáis por que su espada no cese de derramar sangre infernal.

Y sin embargo, él lucha por contener toda la rabia que habéis dejado en si. Si para cerrar la grieta debe vagar por los caminos y debe conocer la vida humana, también necesita expresarse con su espada. Miradle una vez más. Su gesto contiene odio por vuestra culpa. Lloraría si alguien le hubiera enseñado a hacerlo.

¿Queréis un salvador? No pretendáis jamás volverle humano, dejadlo ser lo que es. Aceptad la bestia que lleva dentro. Y honradle como mejor necesita... dejadle en paz.

(40ª crónica del Cazademonios, sobre su creciente ira)

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