Volver bajo la lluvia

Primavera en las montañas del norte... tiempo de superstición. Hora de enaltecer y agradecer a los dioses por la cosecha, por los prados... por todo. Aun a pesar de la devastación que pudiera producir una guerra, estas llanas personas prefieren alejar una hogaza de pan de su boca o la de sus hijos para contentar al que llaman su creador. Una semana en la que todos pasan hambre, una semana que preparan año tras año.

Muy lejos de allí un par de amigos se refugian de la lluvia bajo un árbol sobre una colina. Desde allí otean prácticamente la mitad del reino de Sefar, reino de la guerra. No es una lluvia fuerte, ambos disfrutan de una copa de vino. El señor de esas tierras y el mejor general que él pueda tener. Un grito les hace llevar la mirada bien lejos. Un jinete loco corre por las praderas bajo la lluvia. Ha soltado las riendas para que el caballo galope a sus anchas... ambos disfrutan del mismo entusiasmo. Él grita clamando por la libertad que esto le produce. De pronto le identifican... un enorme oso panda corre tras él con el mismo ímpetu. Solo el cazador goza de la compañía del guardián.

El celebra el júbilo de una inmensa pradera. En estas fechas, no solía ser bien recibido en el lugar que le vio nacer. Su costumbre... viajar. Y en dirección a la luna ve anochecer bajo la lluvia. Viaja con una sonrisa sincera, tranquila... realmente se siente bien desde hace tiempo. La luna es hermosa mientras viaja, enorme y llena, mágica. Las nubes no osan oscurecerla a pesar de la lluvia. Los bramidos del guardián refuerzan aun más el entusiasmo de la escena. Ambos están locos, hoy sin duda, pueden permitírselo.

¿Su destino? Una invitación lejana, muy lejana. Un viaje alejado de todos para el ser que más añora la tranquilidad. Llegará para un extraño ritual, reservado para quienes ven el tiempo como él. Una vez más, una amiga que le supo enseñar que el tiempo es para los elfos tan lento como para el mismo cazador. Sevein sabe instintivamente cómo tratar al cazador, cómo llevarle con naturalidad, a pesar de ser humano, a pesar de ser el cazador... entre ellos es uno más. Comen, ríen, juegan. No hacen más que festejar el encuentro.

Parecía algo mágico, pero solo fueron cuatro días, para animar al cazador. Una afortunada estratagema por la que brindaban el rey y el general.

(Sobre el engaño al cazademonios)
(A alguna gente, que poco a poco, serán muy buenos amigos. A otra gente, que ya lo son)

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