Por primera vez me despierto y veo el techo de mi tienda. Mi cuerpo siente el cansancio de una batalla de nuevo. Me siento liberado. Demasiado tiempo sin empuñar la espada sin contenerme. Una eternidad para quienes el tiempo va despacio. A mi lado una masa de carne y pelos que comería eternamente si le dejasen, ronca más que cualquier bestia del infierno. Condenado guardián... eres capaz de despertarme y que ni siquiera me enfade. Acaricio tu pelaje, es relajante esta sensación.
Extraña sensación me viene. ¿Quién diablos tiene el poder de invocarme? Acudiré.
Una nueva fogata en medio de la nada. Lejos para evitar miradas indiscretas, cerca para no ser lejos. Dos figuras me esperan. Sevein y otro elfo a su lado. Soy invitado una vez más a conversar y a participar de la magia de quienes son inmortales. Me tratan como si lo fuera, me buscan porque entiendo el tiempo igual que ellos. Para ellos, mi condición de cazador no es ánimo suficiente para tenerme miedo. Me hacen sentir más humano que los propios que luchan a mi lado.
Siento templanza y calma en esta compañía. Parecida... aunque diferente, a la calma que me produjo ir a la grieta. Me reconforta esta sensación.
No he perdido las ganas de luchar, más bien lo contrario.
(31ª crónica del cazademonios, sobre su cambio)
http://sendaguerrero.blogspot.com/
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