Soy el cazador de demonios. Mi alma es inmortal aunque mi cuerpo no. Cada vez que vuelvo a nacer, debo encontrar mi camino y mi guardián. Veo más allá de cualquier cosa; siento las rupturas entre las realidades, pero solo los demonios, bestias sin alma, ponen en peligro el equilibrio entre los mundos.
Podría haber sido un guerrero más, podría haber envejecido mientras peleaba. Podría haber tenido familia. Pero nací en el lugar donde temen lo desconocido, donde es más fácil desterrar que enseñar. Soy humano, esta vida soy humano, y por el amor de mi familia sigo protegiendo a mi raza, aunque les desprecie por no conocer las bondades de la humanidad. De todos los cazadores, soy el primero en renunciar a mi nombre, aquel que me puso mi madre, aquel por el que mi hermana lloraba. Soy el único que ha deseado no ser cazador. Mi mayor deseo siempre fue y será desprenderme de esta responsabilidad, de este poder.
Si nací humano, por culpa de una traición mayor en mi ser nació una rabia incapaz de contenerse. Algo imparable, algo que se ha alimentado con la experiencia entre humanos. Algo que alejaba de mi naturaleza humana.
Hoy es ese día. Hace años, en la noche de luna nueva... me arrojaron a un foso con perros hambrientos. Allí nació mi capacidad para odiar, allí perdí mi nombre. Allí sufrí de verdad por primera vez.
Si me trataron como una bestia, como bestia me comportaré.
Sin nombre. Una vez más ante la luna nueva.
(Crónica del Cazador de Demonios; su tristeza, su anhelo, su amargura... su odio)
http://sendaguerrero.blogspot.com/
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