Es aquí, en esta aldea que dista de mi hogar tanto como la hierba y el desierto. Aquí es donde estoy descubriendo estos pequeños mundos cotidianos. Quien hace el pan, quien teje, quien labra... para todos hay bondad. Para todos es un mundo lo que hacen.
Aquí, con esta herida que parece no curar nunca. Les echo de menos. A todos. Aquellos que pelearon conmigo. Los que murieron, los que me salvaron durante el hechizo de sueño, los que me esperan para pelear de nuevo, mi guardián, mi general, mi rey... mi padre, mi madre y mi hermana. Es cierto... aquí en este recóndito lugar... alejado de la guerra estoy viviendo como uno más. Aceptado por simplemente ser un humano como ellos.
En esta nueva cotidiana vida. Donde mi herida es casi desconocida, donde solo me ven caminar aquí y allá. Aquí he dejado de odiar durante breves instantes. El dolor no cesará. Pero veo que hay bondad en ellos. Creo que es momento de dejar atrás un amargo recuerdo... intentar olvidar a quien no regresará jamás. A quien me hizo daño.
Es hora de avanzar un paso. Disfrutar de esta nueva compañía; o al menos a intentarlo.
(Vigésimo sexta crónica del cazademonios. Sobre el camino a su interior)
(Dedicado a buenas personas que estoy conociendo, porque así lo merecen)
http://sendaguerrero.blogspot.com/
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