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9 sept 2010

Visita inesperada.

El clímax de la guerra. El tiempo es algo relativo, a no tener en cuenta. ¿Cuánto hace que libramos esta guerra delante de la grieta? ¿Cuánto llevamos ya matando demonios? Esta batalla es especial. Un inusual número de monstruos pretende arrebatarnos la libertad y con ella nuestras propias vidas.
El cazador pelea con su habitual sonrisa de felicidad. Disfruta desatando a la bestia. Su Guardián vigila la espalda de todos. Animales contra demonios, bestias contra monstruos. Es lo que hay; así es la guerra. Asi es la vida que conocemos sin saber desde cuándo. Cuando los peones han sido vencidos casi damos la partida por acabada. Pero hoy no es un día cualquiera... Un ejército de diminutos cangrejos se cierne sobre nosotros. Fáciles de vencer. Pero es cuestión de números. El cazador está cansado, el guardián también. Los números no mienten. Son demasiados para una espada o una zarpa. Parece todo perdido... podría ser hoy el día...

Hoy no es ese día. Una falange de soldados irrumpe como traidos por el viento. Visten armadura, yelmo y un gran escudo de bronce. Su mejor arma: la lanza. Su mejor estrategia, formar todos juntos como una unidad. Capaces de infiltrarse entre líneas enemigas, proteger al cazador y mantener tanto cangrejo a raya. Tiempo para copiar estrategia y armas. Tiempo para que los demás traigan sus lanzas y olviden la retirada. El ejército sin bandera vence una vez más.

Acaba la batalla, esperan saber quién les ha ayudado. Entre los nuevos, uno de bajo tamaño se acerca. Junto al rey, Marcus y el cazador. Esperan que rinda pleitesía. El penacho de su yelmo indica que es el líder de esta falange. Les mira desde el interior de su casco. Con ambas manos se lo quita, no se arrodilla, no se inclina. Es una joven muchacha que apenas ha empezado a ser mujer. Un rostro alegre, jovial. Una sonrisa de la que enamorarse.
"¡Hola hermano!" - dice mirando al cazador, estupefacto. Ambos aprietan los puños. Saben que van a acabar en el suelo. Así es. Es como el respirar. No saben saludarse de otra manera. Ella arremetió con el escudo para derribar. Él contempla sonriente cómo su hermana ha madurado, sigue sin poder vencerle. Pero es más fuerte. Ahora lidera una falange que bien podría pertenecer a la legendaria Esparta.

Todo un ejército observa como los dos hermanos se dan cariño de la única forma que saben.

(Decimosexta crónica del cazademios. Sobre el paso del tiempo)
(Dedicado a quien hoy me ha hecho sonreir sin darse cuenta, Luanne)

http://sendaguerrero.blogspot.com/


4 comentarios:

maría dijo...

juas juas, a mí esta entrada me gusta especialmente :)

Cronista dijo...

Muchas gracias pequeña. Pero... ¿Y por qué esta especialmente?

maría dijo...

Evidente, el cazador tiene compañía, que ya se merecía ser feliz por un rato.

O es que no me dejas alegrarme por él? ¬¬

Cronista dijo...

Tienes todo el derecho. Aunque no entiendo tu razonamiento. :-P