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15 sept 2010

Guardar a quien te importa

Una muchaha camina hacia la tienda de su hermano. Apenas hay mujeres en los ejércitos. Los hombres tarde o temprano beben demasiado. Uno de ellos se interpone en el camino de la joven. La ceguera que produce la embriaguez es terrible. Ella solo quiere llegar a su destino, un par de metros más allá. Ahora no porta armadura alguna, viste con sencillas y modestas vestiduras. Él borracho desea divertirse.

Un frío halo de oscuridad surge desde la tienda del cazador. Se abre y dos pares de ojos enfurecidos miran a su presa. Guardián y Cazador, ambos completamente armonizados. La borrachera hace humedecer los pantalones... ¿o es el miedo? El alcohol se ha ido con el frío sudor. Desde las sombras se ve cómo el cazador agarra la empuñadura y empieza a tensar su brazo con mucha fuerza. Solo una cosa podría pararle... y sucede. Un buen puñetazo al borracho le hace caer al suelo. Entre el miedo por el cazador y la fuerza de su hermana, sale huyendo.

La furia vuelve a contenerse. El Cazador vuelve a recluirse en su tienda. El Guardián se queda fuera, se echa en el suelo vigilando la entrada. La muchacha entra a pedir explicaciones de por qué apenas ve a su hermano.

"Llegaste hermana... hace unos dias. Ahora formas parte de una falange; la lideras. Has traido reclutas para el ejército sin bandera. Les has protegido hasta aqui. Ahora el general les enseñará. Tú debes regresar a casa, debes proteger los caminos. Debes decir a nuestros padres que estoy bien. Te encomiendo que le hables a la mujer de Marcus en Immert sobre nosotros"

El cazador para de hablar un segundo, su tristeza aumenta, se le nota. Su hermana está cerca de él.

"Tú eres parte de mi debilidad. No puedo defender el ejército y preocuparme por ti. No sin contenerme. Acabas de verlo. Por eso te encomiendo que protejas la tierra que aun es libre. Aunque me duela, debes alejarte mientras dure esta guerra"

Crueles y duras palabras para una hermana que admira al cazador. Ya ni siquiera le llama por su nombre. Casi lo ha olvidado. Casi se le escapa a veces. Pero le respeta. Le quiere, se quieren como se quieren los hermanos.

(Decimoséptima crónica del cazademonios; sobre su peor miedo)
(Para mis hermanas pequeñas, la de sangre y la que se ganó el puesto)






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