Antaño, en ese mismo lugar, una cálida mano vino a posarse en su hombro; del más absoluto odio pasó a la ternura más incomparable. Hoy la mano que se posa es la de un camarada, un rey, un amigo... una sonrisa forzada para despreocuparle. Pero no le engaña.
Vuelve sobre sus pasos para hablar con Marcus, de la verde Tierra llamada Immert.
"Se está volviendo loco, en sus ojos veo lo perdido que está. No tiene un solo motivo por el que permanecer en este mundo, y sin embargo, lo está buscando desesperadamente. Desea encontrar un sentido para su vida... no sabe rendirse. No sabe llorar. No sabe ser humano. No sabe vivir"
El Rey Guerrero de Sefar, el reino de la Guerra, no contiene las lágrimas que el universo le ha negado a su amigo.
"Lo sé, Julius... Si tuviésemos poder suficiente... Acabaríamos con su angustia. ¿Pero quién es capaz de matar al cazador de demonios?"
(El legado del guerrero XXXI)
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