252 días en tu compañía. Días de felicidad, días de aprender a sentir. Días en los que desear ser humano. Días en los que amar. Nunca quisiste decir las palabras que yo necesité oír aun cuando tus ojos quizás brillaban sin querer cuando te mostré el interior de mi alma. Querías ser fuerte, y llegaste a serlo aun más que yo. Te habría entregado cualquier cosa que pidieras, cualquiera. Nunca supe expresar mis emociones, y esa es mi carga...
Muchas son las maldiciones que me afligen, muchos los tormentos. Pero uno por encima de todos: no saber olvidar. Al cerrar los ojos recuerdo aquel beso bajo tu ventana; aquel beso que nunca existió; porque nunca podré decirlo a nadie, que tus labios se unieron a los míos. Al abrir los ojos... la cruda realidad una vez más: que ya no recorremos el mismo sendero, porque así me obligaste a caminar.
Desde que nací me fue negada la posesión de mi alma, al conocerte mi corazón dejó de pertenecerme; al rechazarlo se hizo añicos, polvo... y como tal voló llevado por el viento...
Y en algún lugar del universo ha vuelto a latir. Quizá no late donde yo esperaba; porque el final de este trayecto aun no ha llegado. Quizá deba guardar fuerzas para no cansarme; porque encontrar dónde late mi corazón puede ser un camino más arduo de lo que mi cuerpo humano es capaz de resistir. No rechazo mi humanidad, muy a mi pesar; ni mi cargo como cazador. Quizá deba ser capaz de aunar ambas naturalezas... quizá muera en el intento. Aun no ha llegado el día de tomar esa decisión.
Fueron 252 días. Tiempos que recordaré para siempre. Noches sin fin y ver amanecer juntos; sentirnos abrigados por las estrellas, manjares de dioses,... y un corazón que parecía no existir.
Gracias, en el fondo, gracias. Por demostrar que soy humano.
(El legado del guerrero XVI)
http://sendaguerrero.blogspot.com.es/
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