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6 dic 2011

Dejar de llorar

Un rey llora lejos de su hogar. Su mejor amigo se sienta junto a él a la par que posa la mano en su hombro. Ven despedirse a lo lejos a dos hermanos. Un eterno abrazo, ambos contienen las lágrimas como señal de fortaleza. Ella debe hacer algo muy importante: debe cuidar la espada del cazador al otro lado del mar; sobre la tumba sin cadáver. Esa espada no debe perderse. Pero tampoco se deberá usar contra los humanos rebeldes de Silh. Él debe liberar el reino, debe elegir un soberano digno y debe volver a ver a sus padres. El rey guerrero de Sefar les contempla llorando junto al general Marcus de la verde tierra de Immert.

"Ha entendido al fin"- dice Julius -"Conoce el significado de sentirse humano. Se ha abierto ante mi. Se ha mostrado vulnerable. Tiene alguien que no es su familia por quien ser el cazador de demonios..."

"¿Recuperará su nombre?"- inquiere el general -"¿Dejará que le llamemos por el nombre que le puso su padre?"

"Marcus, aun es pronto. Demasiado pronto. Me miraba a los ojos con entusiasmo, con aprecio. Me hizo recordar a mi madre y a mi padre. ¡La llama musa!"

"El viejo rey guerrero y su musa. Ya sé por qué lloras, amigo mío"- una pausa -"Si el cazador encuentra una musa su poder no encontrará rival. Será capaz de controlar la realidad a voluntad... espera..."- piensa Marcus -"Ya lo está haciendo, y ni siquiera tiene su espada. Quizá aun tengamos esperanzas después de todo..."

Ambos quedan en silencio, ven partir a una joven con el destino de una espada y las lágrimas contenidas de un hermano. La soledad que él añoraba. Las personas que también añorará. La humanidad que empieza a descubrir.

(La conquista 5)
(Dedicado a mi musa. aunque la deuda ya estuviera saldada)






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