Él, que estuvo en el infierno, que conoce el peor temor de los hombres. Aun no soporta la verborrea humana, el contacto con ellos y sus mentiras. Odia la hipocresía. Ve las oscuras intenciones de algunos al hablarle. Algunos ni siquiera hablaron, no pudieron articular palabras cuando el guardián fue a olisquearlos.
Ahí sentado, ponen a prueba su paciencia; añora una vez más volver a ser libre. Pero debe ser justo, dar una oportunidad. Sin embargo, la decisión está tomada. El verdadero rey de Silh será proclamado pronto.
(La conquista 3)
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