Sepulcral silencio. Un círculo sobre una casa concreta. Humilde, pobre.
Se abre la puerta y sale un viejo pastor. Sus ojos comienzan a llorar ante lo que ve. Su esposa sale un poco después. Ella llorará de verdad. Lamentos y sollozos que atraen la atención de su hija. Ella sale corriendo sin saber qué pasa. Lo entiende al momento. Mira a los ojos del general que comanda al ejército sin bandera y con su puño desnudo lanza un golpe al escudo. Retumba. Se derrumba y llora por la pérdida de su hermano.
"Le creíamos invencible y lo era" - dice Marcus de Inmert conteniendo el semblante, alguien debe ser fuerte - "Se ha sacrificado por nosotros, la única forma de cerrar la grieta era extinguir su propia vida. No nos lo dijo, no le habríamos permitido hacerlo. Cayeron dentro ambos... el Guardián no le abandonó ni en su último aliento"
Todo el ejército se arrodilla. Piden perdón sin palabras. No supieron proteger al cazador. Su vergüenza. No han parado para descansar ni un solo día... el trayecto desde la grieta es duro. Es su penitencia; ya que no pueden devolverle la vida.
Todos lloran... finalmente, todos lloran.
(44ª y última crónica del cazademonios. El dolor de su muerte)
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