El ejército sin bandera

Un recuerdo regresa a unos ojos melancólicos. Una batalla ante las puertas de Azfar. Una solitaria pelea contra un gigante. Tras la primera muerte el miedo se convirtió en rabia, la rabia en determinación; siendo solo un muchacho, se volvió invencible. Pasa el tiempo y viene otro recuerdo. Muchas guerras libradas hasta entonces. Una batalla que les conduciría hasta el corazón mismo de Inmert. El príncipe desterrado se abría paso con su espada hasta el gran general... lucharon sin cuartel ni descanso. La rabia de uno contrastaba con el espíritu de proteger a los suyos del otro. Paró la guerra para ver pelear a dos titanes... Cualquiera podría haber ganado. De hecho, se matarían mutuamente.

Algo ocurrió. Un remoto rugido sonó, la tierra tembló, los corazones se apabullaron de temor. Y en sus cabezas surgió la idea de unirse como un único ejército, sin banderas ni patria. La mayor fuerza sobre la faz de esta esfera para defender a los humanos. La señal estaba clara.

Regreso desde los recuerdos. Los antaños ojos llenos de rabia ahora son calmados, melancólicos. Quizá no son los de un viejo rey, pero si los de uno curtido en la batalla. Oye por segunda vez el rugido que les convoca a defender una vez más la libertad humana. Los ojos del rey guerrero se vuelven crueles ante el pensamiento de volver a la grieta, aquellos que le acompañan dan un paso atrás de auténtico pavor.

La señal ha sido clara, otra vez más. No hace falta mandar emisarios... todos volverán a verse ante la grieta, saben dónde tienen que ir. Sólo unas palabras salen de su boca, un tono serio, indiscutible, impasible:

"El reino de la guerra celebrará una vez más la fiesta antes de la batalla"

(Julius, rey de Sefar, reino de la Guerra. En la torre de su fortaleza)

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