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3 feb 2011

Resurgir 2ª parte



Un hombre camina por el desierto, le acompaña un panda. Llevan pocos víveres, viajan en línea recta. El hombre es joven, su gesto es serio. Introvertido por naturaleza. Sus pensamientos le apabullan:

Me desperté hace dos días. Sin hacer ruido recogí mis cosas y sin despertarla di un beso a mi hermana. Le arropé y decidí emprender mi camino. Dejando atrás una herida que ya no me duele, pero que debe curarse por completo. La fuerza del cazador ha vuelto a mi, mi esencia ha resurgido y debo ir a donde me necesitan.



Abandonó la aldea y una bella elfa le esperaba fuera. Dispuesta a acompañarle. Le entrega una flor como presente. Él no dejará que ella vaya a la guerra.

Sevein, mi amiga elfa. No puedo dejarte inmiscuirte en asuntos de humanos, sin embargo aprecio tu gesto, quizá no he sido capaz de expresar agradecimiento; quizá sea unas de las pocas criaturas capaz de comprenderme. Mi guardián me espera un poco más allá, sabe que debe estar en silencio. Los dos dejamos atrás mi cárcel sin barrotes. No olvidaré jamás este lugar.



Regreso al presente, regreso a la realidad, el fin del recorrido es próximo.

He recorrido ya dos días de desierto hacia el lugar que mis entrañas me indican. La excitación del panda es evidente, él armoniza con mi alma y sabe lo que siento. Desde lo más lejano oigo tambores de guerra, puedo sentirlo. Tiembla el suelo. Siento que el ejército ha decidido ir. Alguien ha debido advertirles de la inmensidad de este ataque. Finalmente llego a una pequeña loma desde la que veo el comienzo de la batalla.

Allí veo a mis camaradas, mis soldados... mis amigos. Marcus y Julius, General y Rey respectivamente. Luchan. Mi corazón se alegra al verles de nuevo. Me apoyo sobre un viejo tronco de árbol y sigo observando. Este ejército ya está cansado, llevan demasiado tiempo luchando. Esta guerra parece no acabar nunca, desgraciadamente, llevan razón. De pronto algo nuevo para mi... un barco convoca al viento para ir por la tierra. Diestros son, valientes también. Ya veo, son demasiados demonios.

El guardián toma aire, ruge. Ruge y vuelve a rugir una vez más. Ha reaccionado al ánimo del cazador. El poder que ha empezado a desvocar dentro de él puede sentirlo cualquier alma viva o muerta de ese lugar. Comienza andar hacia ellos mientras el guardián ya se ha lanzado hacia el ataque.

Debo regresar ahora, debo pelear. Liberar una vez más mi esencia. Les enseñaré a disfrutar de la espada una vez más. Si solo sé pelear, lo haré. Si algún día aprendo otra cosa, quien sabe.

(30ª crónica del cazademonios, sobre su regreso a la batalla, 2ª parte)
(Para mucha gente, y no puedo mencionaros a todos; pero sabeis que estais ahí)








http://sendaguerrero.blogspot.com/

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta que este pronto a retomar la lucha… tiene tanto para aprender y enseñar.

Besos