Extraña sensación despertó al cazador a una hora oscura de la noche. Una ruptura, pero no demoníaca, esta era diferente; firmada con otra esencia. Quizá su herida aun debe sanar del todo. Sin embargo ya es capaz de percibir algo que no pertenece a este lugar; con su espada al hombro se dirige silencioso a donde siente esta "diferencia" de realidad. Descubre un ritual de magia, extrañamente silencioso. Una elfa en medio del desierto medita mientras su magia se sintoniza con este lugar. Ya no abundan en esta esfera, ¿es amiga o enemiga? La velocidad de ésta sorprende al cazador con una daga en el cuello. Sus ojos se cruzan, ella puede desatar casi tanta furia como él. Al sentir el poder del cazador retira su daga y pide perdón. Le reconoce, no por su espada o el poder que él emana, sino por la mirada de aquel que conoce la lentitud del tiempo. Les vincula esta velocidad, una maldición parecida.
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La magia es invocada de nuevo con un nuevo participante. Toda la bondad, toda la luz de un desierto en paz acude en esta noche aquí. Espíritus perdidos regresan a bailar en torno a este ritual. Música celestial, bailes ancestrales que traen una muestra de alegría a un corazón demasiado roído por la guerra. Es humano a pesar de todo, tiene emociones aun cuando nunca las expresa. Hoy está aprendiendo la sencillez de la alegría. Una nueva amiga, alguien capaz de igualarle.
Quizá la inmortalidad pueda al espíritu, quizá la fuerza venza a la magia. No es tiempo de pelear. Ni siquiera de medirse. Ella es además artista, retrata al cazador. Recoge la sencillez de una sonrisa que no necesita más que la música para observar una realidad diferente a la habitual.
Quizá en esta compañía, él ve a una igual; alguien capaz de entender la lenta velocidad del tiempo.
(Vigésimo novena crónica del cazademonios, sobre su percepción del tiempo)
(Dedicado a una nueva amiga)
http://sendaguerrero.blogspot.com/
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