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11 nov 2010

Lágrimas de un guerrero

La hierba mojada de rocío por la mañana. El crujir de unas botas sobre la poca hierba en la árida tierra de la grieta llega al campamento del ejército sin bandera. El joven rey de Sefar regresa apesadumbrado. Pocos están despiertos a esta hora salvo los que hacen guardia. El gran general de la Tierra de Immert tiene el don de despertarse en el momento oportuno. Sale al encuentro de su amigo y sin saludar siquiera, le pregunta:

"¿Cómo esta él?"

Julius, el rey guerrero niega con la cabeza. Siente verdadera lástima.

"Es un fantasma de lo que fue. Deambula por la aldea como una sombra. A veces se recuesta sobre un muro para soportar el dolor cuando aprieta. Lucha para sonreír a los niños cuando se cruzan con él. Le he visto ayudar a los ancianos. Le he visto ser parte de la vida de la aldea. Pero añora sostener su espada de nuevo. Añora ver a su guardián junto a él. Comparte más simpatía hacia los animales por su falta de mentiras.

Tanto poder contenido en un cuerpo tan frágil. Me he sentido tentado de aliviar su sufrimiento con mi propia espada. He pensado mucho mientras volvía. No sé si yo mismo habría preferido eso o no. Cualquier otro gritaría y lloraría de dolor. Él no... él es más fuerte que eso. Sin embargo, no es capaz de disimular el dolor.

Marcus... no he podido hablarle, he sido incapaz"
- acabó diciendo entre sollozos.

El general pone una mano sobre el hombro de Julius para darle calma y apoyo.

"Ven conmigo, rezaremos por él"





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