La caravana y la sorpresa.

Amanece en un basto territorio. Desde hace tiempo lo llaman "La grieta". Es un terreno inhóspito, casi sin vida. Nunca reclamado por nadie, salvo ahora por los demonios.

Un batallón que protege a un rey. Un rey que pelea no solo por su pueblo, por todos. Buscan una caravana que abastecerá al ejército sin bandera, convocado una vez más. Siguen el leve rastro de un joven y un panda. Cazademonios y Guardián. No existen criaturas más poderosas, más aun cuando estan juntos. El cazador les deja señales de su camino... él va más deprisa y podrían atacar los víveres. Necesitarán protección.
La voz de un explorador: "Por allí, mi rey. Tras aquella colina". Suena un cuerno para reclamar la atención de la caravana. Les responde el rugido del guardián. Finalmente, la caravana está completamente a salvo. Risas y saludos, mercaderes y artesanos, comida y agua fresca. Por fin.

El rey está atónito. Observa la sonrisa del cazador. Camina junto a una joven. Ella guía una carreta llena de armas, quizá su padre es herrero. ¿Pero qué hace aqui? Es demasiado peligroso. De cerca le observa, sus manos demuestran que es ella quien trabaja en la fragua y golpea el yunque. Ella le rinde respeto, el cazador la ayuda a levantar la rodilla del suelo. El cazador...
El cazador no muestra rastro alguno del odio que siente por el mundo. Aquel mundo que no le acepta por primera vez no le importa. Quizá hasta le guste. El guardián también lo nota; rezuma entusiasmo y alegría, brama junto a ambos, trota a su alrededor víctima de la contagiosa ilusión que rebosa el cazador.

Una pícara sonrisa en el rey delata sus intenciones. No hablarán de otra cosa en cuanto se reunan con el general Marcus. El rey Julius es también joven. El brillo en los ojos del cazador le alegra el corazón.

Era tiempo de tener una noticia que no versa sobre la guerra o los demonios.

(Para alguien, que nació bajo la canción de su nombre, Gracias por todo.)
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