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16 ene 2012

El corazón del guerrero

Tras una victoria se debería celebrar el triunfo. Resulta extraño un campo de batalla en el que nadie festeja seguir vivo. Fue fácil encontrarle. Un espíritu que antaño fue aliado se volvió hacia la oscuridad. Un elfo recurrió a las sombras para ser más fuerte. La mejor manera de atacar al cazador de demonios era con sus seres queridos y así lo hizo. El cazador montó en cólera y acabó con él. Ambas espadas se enfrentaron. Nadie es capaz de someterle, nadie salvo una persona que jamás le atacará.

Tres días de silencio. Un campo de batalla teñido de sangre. Una bestia guardiana protege que nadie interrumpa al cazador mientras desmembra el cadáver de su enemigo. No siente piedad, las emociones han dejado de tener sentido. El corazón del universo se encoge junto al de los hombres que vigilan que el guardián no les arranque una mano en un descuido demasiado cercano a sus dientes. Solo una persona se atreve a dar el paso... y lo da. Ella no será atacada. Quizá incluso sea más poderosa que ese oso panda. Pero no es lugar para enfrentarse. Ella ha ganado el derecho a pasar.

Encuentra un humano sentado, como otras veces, junto a los restos de quién mandó atacarla. Él no se ha contenido. Pero su ánimo no tiene nada que ver. A pesar de la sangre, toca su hombro.

"Nunca me verás como yo te veo a ti, ¿verdad?" - le habla el cazador mirando el suelo. Ella se sorprende, no esperaba eso. Su silencio indica que no sabe qué responder - "Él quería separarnos y ahora no podrá hacerlo" - una pausa, un silencio incómodo en el que adivinar los pensamientos - "Mi espada cruzará los mundos que sean necesarios por ti y tu bienestar, pero lo he entendido: Nunca me amarás."

"Nunca te pedí que luchases por mi" - responde ella, su musa. Su inspiración. Su mayor dolor - "Quizá confundiste mi amistad... Nos entendemos como nadie, hablamos de cualquier cosa. Eres importante para mi, cazador. ¿Te irás de mi lado por no ser correspondido?"

Sus ojos se cruzan. Ella deja escapar una lágrima. Él desea llorar con todas sus fuerzas. Pero nadie le enseñó a hacerlo. Su frustración es no saber expresarse. Otra vez más la carga del cazador sobre si. El universo llorará por él, comienza a llover.

"He aprendido de ti, me has enseñado cosas que desconocía de mi propia raza. Mi corazón no es de piedra; y no deseo alejarme de ti. ¿Seguirás enseñándome a ser humano?"

En la lejanía y bajo la lluvia, Silh llora. El ejército llora. Él se endurecerá, será capaz de soportar este pesar para estar con ella. Un rey y un general, sus amigos, lloran antes que nadie. Sienten la impotencia de no poder ayudarle. ¿Verán como se encierra en sí mismo? Es lo que más temen.

(La conquista 19)





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