Contador de visitas

23 dic 2011

La melena del león

Una niña juega en la puerta de su casa, la primera en el camino del puerto del rey. Sus padres aguardan dentro con dos invitados más. Puede olerse un estofado riquísimo cocinándose en la chimenea; el plato estrella de la señora de la casa. De pronto la niña entra con un cachorro de león entre los brazos, entusiasmada lo muestra a sus padres que estupefactos no entienden nada hasta que ven entrar a su hijo adoptivo por la puerta. Corren a darle un abrazo entre lágrimas. Ahora saben que el que antes era su temeroso hijo que nunca hablaba, en realidad es el cazador de demonios. El mismo entusiasmo en el saludo continúa con sus dos mejores amigos: Julius de Sefar y Marcus de Immert, que le preguntan directamente por el animal que trae.

"El león será el blasón del rey de Silh; por su coraje y por su corazón" - responde el cazador - "Será a la vez un guardián de los pensamientos oscuros" - dice mirando al rey guerrero. Y entonces una lágrima cae por la mejilla de éste al recordar a Yllia, guardiana de la ira.

La pequeña Io sigue jugando con el cachorro fuera junto al guardián; los tres juntos hacen un alboroto que hacía tiempo que no se oía en esa casa. El general no hace más que rumiar qué diablos tramará en su cabeza el cazador. Ni por asomo se acerca a pensarlo. Al cabo de un buen rato el cazador se levanta y sale al camino; justo para recibir un carruaje. Presintió la llegada de los seres a los que más ama en cualesquiera de los círculos del mundo. La primera en bajar es su madre que rompe a llorar de incredulidad al verle vivo. Su padre, el pastor, ha viajado por el mar hasta Silh para que sus viejos ojos le vuelvan a ver cuando le habían dado por muerto. Los tres se funden en un abrazo eterno. Su hermana sonríe, le atizará en cuanto sus padres se den la vuelta.

Una vez más, se rinde honor ante los padres del cazador. Ellos simplemente son felices con tenerle a su lado. El señor de la casa les invita a pasar, allí podrán calentarse junto a la lumbre de su humilde chimenea. Quedan fuera las hermanas pequeñas con el guardián y el cachorro, traen más alegría que nunca a ésta casa. Dentro toman asiento, el cazador agarra la mano de su padre y le habla:

"Tú me enseñaste a usar el cayado, pero en esta casa me han enseñado cosas que tú también trataste de enseñarme. Él también me ha tratado como a un hijo, me acogió cuando no sabía quién era y me dió un hogar. Me dió dos hermanas que me supieron proteger y a las que tuve que proteger después. Me dió el calor de otra madre cuando olvidé a la mía propia. Ha demostrado tener el valor suficiente. Padre... éste es Oliver, el rey de Silh."

Y casi se atragantan los presentes ante el anuncio.

(La conquista 12)







http://sendaguerrero.blogspot.com/

No hay comentarios: