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10 oct 2010

Chispa y metal.

Buscaba al general y le encontré en la fragua. Golpeaba insistentemente la espada de un soldado. Ayudaba a arreglarla. Entré en silencio y me quedé ensimismado con el tintineo del metal al ser golpeado. Eso pasó ayer.

A mi cabeza regresaron pensamientos y recuerdos que no me apaciguan. Alguien que no deseo volver a cruzar porque me hizo daño, alguien por quien crucé el portal hacia el infierno. Golpe tras golpe, sonido tras sonido... retumbando en mi cabeza. Ahora me doy cuenta. Todos callaron, todos notaron mi mirada fría, más allá de lo habitual.

Me resulta triste, pero no puedo evitarlo.

Hoy me he marchado sin que nadie lo percibiese. El guardián hizo el ademán de seguirme, pero entendió que necesito estar solo. Me escabullo entre la maleza con ayuda de la noche. Hace bastante que no veo las hogueras del campamento. Sé dónde van a aparecer, les puedo percibir; no quiero que presencien esta pequeña escaramuza.

Golpe tras golpe, chispa sobre chispa. Se repite en mi cabeza esa canción. Aparecen al fin. Un pequeño batallón, justo lo que esperaba -como no-. Mi temple se desata. Les haría caer fuego desde el cielo, pero alertaría al ejército sin bandera. Es lo único que contendré.

Mi espada tensa a mi brazo. Golpe tras golpe. Devastador. Necesito esto para no hacer daño a quienes me importan. Quizá otros sintiesen pena de éstos monstruos. Yo les miro con desprecio.

Hoy más que nunca. Mañana... quien sabe.

(Decimo novena crónica del cazademonios. Sus recuerdos y dolor)





http://sendaguerrero.blogspot.com/

2 comentarios:

maría dijo...

creo que necesito yo también un ejército de demonios con los que desahogarme : @

al menos puedo leer tu blog y evadirme un rato.
genial como siempre cuth :)

Cronista dijo...

Hay más de una forma para desahogarse. Ya que los demonios los acaparo yo... puedes usar cualquiera de las otras formas ;-)

Gracias guapa.