Rey y cazador... ambos se están haciendo amigos. Se cuentan historias sobre el pasado. Grandes asedios, batallas... monstruos, pueblos encantados... El cazador parece recuperado de sus heridas y saca su espada para enseñar. Le hemos visto derribar demonios de un solo golpe... técnica que muestra despacio, aunque requiere la perfección. Se acercan los hombres, se sientan alrededor. Contemplan la cara oculta, la cara humana del cazador... dejan de mirarle con miedo.
El rey desenvaina también. Los ojos de ambos recuperan el ansía de sangre solo para hacer reir a los demás. Cruzan sus espadas... el cazador muestra filigranas de circo para impresionar. Movimientos dignos de un charlatán conquistador de mujeres. Alardeos entre ambos. Enseñan el placer de empuñar una espada y de dominar ese arte.
El guardián viene al trote y coge al cazador por la espalda. Bramando sin cesar, rebosante de energía. Le derriba sin esfuerzo y muestra su entusiasmo con lametones en la cara. Despiertan las risas entre todos.
Estos pequeños momentos merecen la pena estar lejos de casa. Ansío volver a ver mi hijo y a mi esposa. Estarán bien, lo sé.
(Pensamientos del general Marcus, el granjero)
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